jueves, 21 de enero de 2010

2ª Estación: Francia, Ègalitè?


¿Qué tal si cogemos el Sud Express y nos plantamos en París?. Hace un par de décadas podríamos habernos trasladado desde Lisboa a la capital de Francia invirtiendo apenas una noche a bordo de este mítico tren nocturno,uno de los de mayor solera de toda Europa.Actualmente esto no es posible.El desarrollo de la Alta Velocidad en el país galo y el progresivo abandono del mantenimiento de este tren han provocado sucesivos recortes en su recorrido. Hoy día debemos apearnos en la Estación de Hendaya (hermosa villa fronteriza entre España y Francia) para continuar el viaje.
El Sud Express es algo más que un tren. Es el reflejo de una sociedad,la portuguesa,que como se apuntó ya en la anterior entrada tiene una gran tradición emigrante. Cientos de portugueses (y españoles) utilizaron este tren en su camino hacia un futuro más prometedor allá por los años 70 y 80 del siglo pasado. Aún hoy subirse a bordo de este comboio es imaginarse mil y una historias; tantas que han dado lugar a una película,titulada con el mismo nombre y que recomiendo encarecidamente su visión.
Sud Express, Artimaña producciones

La Estación de Hendaya es un buen punto de partida para empezar el recorrido por Francia. Al contrario que su hermana española de Irún, Hendaya nos permite trasladarnos en tren hacia prácticamente cualquier punto del país transpirenaico. Bien a bordo del flamante TGV (Train à Grande Vitesse) bien a bordo de cualquier Corail, Corail Nuit o TER, la compañía de ferrocarriles SNCF ofrece un servicio de transporte eficaz. Así pues la duda que me asalta es hacia dónde dirigirme. Quizá el destino más socorrido sea obviamente París, la majestuosa capital, cuna de la moda, del virtuosismo y huella constante de ese chovinismo tan gabacho.

Poco a poco, muy poco a poco he ido descubriendo París. Cuando apenas contaba con siete primaveras mi mentalidad pueril estaba más atenta a los guiños de Mickey Mouse que a las bondades que pudiera ofrecer El Jardín de las Tullerías, el Museo del Louvre o incluso la Torre Eiffel. Sucesivas visitas,más o menos apresuradas, me dieron la oportunidad de conocer una capital que, a pesar de todo, no me impresiona. Sería ridículo no reconocer la elegancia de una de las capitales más importantes del mundo,pero,como quizá ya se haya comprobado con las primeras entradas del blog,mis gustos "turísticos" se dirigen hacia otros campos y París no se encuentra entre ellos. Por ello obviaré hacer apreciaciones de sobra conocidas sobre todos y cada uno de sus rincones,más o menos bohemios,y retratados asombrosamente y con distintos enfoques en dos de mis películas preferidas: Amelie y Ratatouille.

Los tres pilares de la República francesa son Liberté, Ègalitè,Fraternitè, pomposamente reflejados en los edificios ministeriales parisinos y en todos y cada uno de los símbolos patrios franceses.
Como tantos y tantos símbolos y como tantas y tantas declaraciones de intenciones, quizá esos tres pilares no dejan de ser un brindis al sol, por cuanto al menos, y según el conocimiento que tengo sobre el país, uno de ellos no se cumple como debiera. Ègalitè. Igualdad.Suena bien,muy bien. Cualquiera podría pensar que nos encontramos ante una República paradigma de la igualdad, en todos los sentidos. Una igualdad solidaria, paritaria e insoslayable, que permitiera vivir a todos y cada uno de sus ciudadanos bajo este pilar y que, de una manera más superficial, igualara con un mismo patrón las distintas realidades que se dan en en el país.
Francia es el ejemplo por antonomasia de centralismo. Un centralismo copiado con más o menos acierto en España y del que hemos heredado una estructura radial en las comunicaciones que en la actualidad tratamos de corregir a marchas forzadas. El hecho de que todo tenga que pasar por Madrid ha demostrado una profunda ineficacia en las infraestructuras.Echemos un ojo al PEIT (Plan Estratégico de Infraestrcuturas) del Ministerio de Fomento para ver este cambio de tendencia a la hora de diseñar las comunicaciones.
Al igual que en España, en Francia conviven numerosas identidades regionales, culturales y lingüísticas a los que no siempre se les ha respetado bajo el pilar de la ègalitè.Son conocidos los conflictos nacionalistas en Córcega, Bretaña o el olvido de algunos de sus múltiples territorios desperdigados por los océanos Indico o Pacífico (Islas Reunión, Polinesia francesa etc). Así pues, Francia está formada por un compendio de realidades sociales tanto en su territorio continental perfectamente demarcado en Europa, como en sus diferentes posesiones ultramarinas.
Dentro de sus fronteras europeas tenemos un país con un alto nivel de desarrollo,quizá de los más altos del continente, con la bandera del laicismo por delante y con una profunda vocación integradora en la Unión Europea. Siempre se ha dicho que tanto Alemania como Francia son las locomotoras de Europa. Todo este desarrollo ha sido ganado a pulso por una sociedad eminentemente urbana y que ha protagonizado varios avatares y revoluciones a lo largo de la historia.
Dentro de sus ciudades llama profundamente la atención su nobleza. El toque aristocrático que desprenden Nantes, Nancy,Lyon,Niza,Burdeos o Estrasburgo en sus cascos históricos confieren una gran belleza a estas urbes. Es como si todas hubiesen querido imitar a la capital,a París, plasmando en sus calles esa elegancia tan propia de los bulevares y las brasserie.
Sin embargo, hay una ciudad que escapa a esta concepción. Y no es una ciudad cualquiera. Marsella, la tercera urbe más importante de Francia, es un reflejo de rebeldía, donde la inmigración, el carácter mediterráneo y su especial configuración urbana son los ingredientes perfectos para ser considerada como el patito feo francés.
Lejos del glamour de Niza,del que apenas le separan 200 km, o del lujo permanente de Mónaco, Marsella se muestra rebelde,como el Olympique, el equipo de fútbol más importante de la ciudad. Cada partido que se disputa en el Vélodrome se convierte en un auténtico infierno jadeado por miles de fanáticos seguidores, los mismos que ya tuvieron algún que otro altercado el pasado año durante su visita al Atlético de Madrid,y que fue seguido con una especial (y quizá innecesaria) cobertura informativa.
La ciudad sin embargo ha visto nacer a grandes genios; quizá el más conocido y mediático haya sido Zinedine Zidane,sin duda el jugador de fútbol más elegante de la historia y todo un ejemplo de profesionalidad y compromiso.
También las abigarradas calles marsellesas sugirieron los primeros proyectos de Le Courbisier,uno de los arquitectos funcionalistas más importantes de las últimas décadas que quizá se inspiró en el desorden marsellés para diseñar sus unidades de habitación,aquellas grandes edificaciones sobre pilotes capaces de albergar,como una colmena,a cientos de familias.
Está claro que Marsella no deja indiferente al visitante, su encanto reside en esa rebeldía cosmopolita o en ese azul dominante en todo el paisaje de la ciudad,y,aunque pueda no parecerlo,resulta un lugar romántico.Sino que se lo pregunten al gran Sabina,que en aquella canción "El Caso de la Rubia platino" le dedicó una deliciosa estrofa.Precisamente este verso (porque todo lo que canta Sabina es verso) viene muy bien a este blog. Retrata las dos ciudades,a mi parecer,más interesantes que he visitado hasta el momento en Expreso Europa: "...en un bistró del puerto de Marsella,nos fuimos devorando entre botella y botella de Oporto...".

3 comentarios:

  1. Muy evocador...En concreto la frase "chovinismo gavacho" me ha evocado el perdigón de saliva de cierto insigne profesor...

    Por otro lado, cal y arena: me encanta esa referencia a Oporto y Marsella...Coincido contigo, son ciudades vivas, no museos al aire libre.

    Por otro lado París posee también esa vida, pero hay que buscarla fuera de los circuitos turísticos. Una noche por la Bastilla, o una tarde en las librerías del Quartier Latin pueden ser un ejemplo. Y en cuanto a la egalité...tal vez el francés sea el modelo de estado socialmente más igualitario y protector, fuera de los estados nórdicos, y seguramente lo haya pagado caro. Dejo abierto el debate

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  2. ¿A qué te refieres con que lo haya pagado caro Monchopo?.
    Coincido en que París también alberga esos rincones,sin duda;incluso La Defense un domingo por la mañana tiene un aire mítico ;)

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  3. Pues me refiero a esa juventud desarraigada de los barrios periféricos, hijos de argelinos, senegaleses o marroquís. Posiblemente Francia sea uno de los países que más ayudas ofrece, y sin embargo no consiguió integrarlos.

    Como contraste el modelo británico, mucho menos protector pero que ha sufrido mucho menos conflicto social.

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