domingo, 10 de enero de 2010

1ª Estación: Portugal. O meu fiel amigo



Resulta un tanto estremecedor la historia de desavenencias y pasividad que hemos tenido desde España para con nuestro vecinos ibéricos. Quizá obedezca al hecho de que la frontera trazada entre los dos países, la raia,sea la más antigua y también una de las más extensas de Europa.Sin embargo, eso no debería justificar un ostracimo que,afortunadamente,poco a poco se va superando.Tanto es así,que hasta el Premio Nobel de Literatura,el portugués José Saramago,aboga por la idea de crear una nación llamada Iberia.

Muchas son las similitudes que comparten España y Portugal: ambos países han transcurrido por una historia similar,poseen una lengua muy parecida y han alimentado multitud de conspiraciones e intrigas a uno y otro lado de la frontera durante los tiempos de la también pareja dictadura (Franco en España y Salazar en Portugal).
Los dos nos hemos embarcado en aventuras coloniales de ultramar de las que, en la actualidad, sólo quedan algunos pequeños recuerdos de la grandeza pretérita y juntos nos hemos propuesto organizar un gran evento deportivo,quizá el de mayor importancia, el Mundial de fútbol de 2018,bajo el apelativo de Candidatura Ibérica.

Por todas estas razones de afinidad (y por muchas otras),merece la pena acercarse a Portugal, un país con una extensión menor que la Comunidad Autónoma de Castilla y León pero que nos ofrece una rica variedad dentro de su territorio. A pesar de esta variedad, uno de los problemas más graves que podamos apreciar en él es una bicefalia urbana y territorial que nos separa Lisboa/Oporto y Litoral/Interior de todo lo demás.
Las dos grandes capitales portuguesas son el motor económico del país.Lejos de ellas apenas encontramos urbes dinámicas y con un peso demográfico relativamente importante; sólo Coimbra,con su ajetreada vida universitaria o Faro,la sureña capital turística del país,se erigen como alternativas a esta dualidad.
Si perjudicial para el desarrollo histórico del país ha sido esta bicefalia urbana,más aún lo ha sido la división,perfectamente trazada,entre un litoral dinámico,pujante,con grandes puertos que sirvieron de base para la empresa colonial y un interior montañoso y rural donde la dificultad para cultivar el terreno y sacar provecho a la tierra provocaron numerosas sangrías demográficas que dejaron muy debilitado el país.
Es el pueblo portugués una población emigrante.Desde siempre,en diferentes épocas de la Historia,el aislamiento al que se vio avocado Portugal impulsó esta emigración que dejó muy mermada la población del país,fundamentalmente de activos jóvenes,que abandonaban la dureza de la tierra portuguesa en busca de un futuro mejor; primero en los territorios coloniales de ultramar como Brasil o Angola y posteriormente en las fábricas de Luxemburgo,Alemania o Suiza.Este es otro de los muchos aspectos que España y Portugal comparten; sólo hay que darse un paseo por Luxemburgo y comprobar las decenas de casas y bares regentados por antiguos emigrantes que nos podemos encontrar.

He tenido oportunidad de visitar varias veces Portugal,aunque no tantas como hubiese deseado.¿Quién no recuerda aquellos trepidantes viajes en familia camino de la frontera portuguesa?.Solían coincidir con alguna festividad marcada (Villalar,San Pedro,Semana Santa), y miles de españoles ponían rumbo al país vecino en busca de productos económicos y de calidad (cuchillos,marroquinería,textil...).
Valença do Minho en el Norte, Miranda do Douro en el centro y Vila-Real en el Sur se convertían en auténticos mercadillos donde,además de realizar numerosas compras,las familias disfrutaban de un buen plato de bacalao,un auténtico manjar en Portugal y todo un símbolo del país.
Pero aparte de estas primeras y vagas aproximaciones a la cultura portuguesa,el viaje que marcó el comienzo de mi pasión por el país vecino tuvo lugar en enero de 2006.Acompañados por tres amigos italianosy a bordo de un Renault Clio recorrimos el país de Sur a Norte,comenzando por la frontera de Ayamonte y terminando en Ciudad Rodrigo. Tuve la ocasión de visitar lugares como el Cabo de San Vicente,Sagres,Faro,Lisboa,Sintra,Coimbra y Oporto,a lo largo de una semana intensa y tremendamente productiva. Durante aquellos siete días logré hacerme una idea aproximada de lo que es el país,con su idiosincrasia y sus peculiaridades,pero si algo me llamó la atención es,fundamentalmente,que los portugueses son personas amables y consideradas que,además,respetan mucho a sus vecinos españoles.
Un buen amigo,en mi recién y último viaje por Portugal estas pasadas navidades, me comentaba que Oporto es como un pueblo de casi dos millones de habitantes, y no le faltaba razón. Dejando a un lado las consideraciones peyorativas que puede llevar implícita la palabra "pueblo",lo cierto es que en esta ciudad se respira un ambiente especial. No encontramos grandes monumentos,quizá lo más destacable sea el puente sobre el Douro proyectado por Gustav Eiffel,pero sin embargo el centro histórico respira un ambiente especial,cálido y cercano.
Esta atmósfera reflejada en las tabernas,las lojas de bacalao o las innumerables tiendas cercanas a la riviera dotan a Oporto de una gran personalidad,donde lo más importante no es conocer todos y cada uno de los rincones que marquen las guías turísticas.
Lo más recomendable es adentrarte en esos pequeños establecimientos para degustar un exquisito café, acompañado de un potente aguardiente emanado de la quinta del tabernero que,un buen día,decidió volver a su país después de haber trabajado en la Renault de Rennes y la construcción de la Villa Olímpica de Barcelona...

3 comentarios:

  1. Es curioso ver cómo dos países tan cercanos, que como tú muy bien señalas, han compartido una historia común (nada menos que repartirse el Nuevo Mundo al comienzo de la E.Moderna!!) y dos países tan similares hayan vivido de espaldas, el uno del otro, durante tanto tiempo. Portugal, mirando al mar, más que a su vecino, y España, en ocasiones más preocupada por relacionarse con los grandes, y descuidando y yo creo que también mirando un poco por encima del hombro a su vecino..

    Tu relato anima, sin duda, a acercanos a Portugal las próximas vacaciones, a perderse por las calles y los rincones...

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  2. Con lo cerquita que lo tenemos y parece que cuando planeamos un viaje siempre preferimos alejarnos aunque bien cerquita tengamos rincones perfectos como destinos (y digo esto por Portugal pero también por la propia España)
    El año que viene una buena amiga se va de Erasmus a Coimbra, a ver si por fin se obra el milagro y conozco Portugal de una vez que ya tengo ganas :)
    ¡Un saludo!

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  3. La verdad es que Portugal está cerca y lejos para muchos. Lisboa es una ciudad maravillosa que sin glamour y suficiente publicidad no será nunca conocida en Europa como lo son Londres, Viena o París. Pero a pesar de tener costa y montaña, carece de infraestructura en forma de carreteras como para visitarla con comodidad.

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